lunes, 15 de marzo de 2010

EL ESTUDIO DE LA LENGUA GUARANI (POR CARLOS R. CENTURIÓN)

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
Maitei horyvéva opavavépe
David Galeano Olivera


XXXIX - EL ESTUDIO DE LA LENGUA GUARANI

CARLOS R. CENTURION - HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS III

Leer original (hacer clic) en: http://www.bvp.org.py/biblio_htm/centurion3/cent3_39_43.htm



En el período que llamamos autonómico, la lengua guaraní sigue siendo motivo de interés filológico y folklórico. En esta época de la evolución cultural, desde el punto de vista del estudio del idioma vernáculo, deben ser citados Rufino A. Villalba, Narciso R. Colmán, Guillermo Tell Bertoni, Pablo Alborno, Cipriano Codas, Félix Fernández, Francisco Martín Barrios, Juan Francisco Recalde, Silvano Mosqueira, Tomás Ozuna, Darío Gómez Serrato, Federico Riera, Raimundo D. Ovelar, Leopoldo A. Benítez, Marcos A. Morínigo, Julio Correa, Roque Centurión Miranda, Antonio Ortiz Mayans, Carlos Gatti, Gumersindo Ayala, Emiliano R. Fernández, Eduardo Saguier, Teodoro Rojas, A. de Winkelried Bertoni y Reinaldo Decoud Larrosa.

NARCISO R. COLMAN, más conocido por su seudónimo, Rosicrán, nació en Ybytymí, en el año 1876. Educóse en la Escuela Normal de la Asunción. Más tarde se radicó en la Argentina. Regresó al Paraguay en 1901 y se dedicó a su profesión de telegrafista. Posteriormente desempeñó el cargo de juez de paz en San Bernardino, la ciudad veraniega del Lago Azul. En aquella época comenzó a cultivar la lengua vernácula. Sus primeros trabajos, en prosa y verso, son de entonces. Se publicaron en semanarios asuncenos, redactados en guaraní.

En el año 1917 reunió sus poesías, en un tomo, y las editó, en la Asunción, bajo el título de Ocara Poty. La traducción castellana de este nombre es Flor Silvestre o Flor Campesina o Flor del Campo. Lleva un prólogo de Rufino A. Villalba, quien, además, escribió la guía ortográfica y prosódica y las notas explicativas de cada canto. En 1921 fue publicada, en la Asunción también, la segunda edición de Ocara Poty, en dos tomos. El primero lleva un exordio de Juan E. O’Leary, en prosa; el segundo, de Cecilio Báez, en verso.

Narciso R. Colmán "canta en su lengua, dice O’Leary, en la lengua autóctona, como él nacida de las entrañas del terruño, y cuyas virtudes guarda en toda su pureza. Y al recoger el oro de esa mina inagotable del idioma guaraní se nos presenta rico de originalidad y solitario en la literatura americana".

Su trabajo Ñande Ypy Cuera fue premiado en el Congreso de Americanistas, reunido en Río de Janeiro en 1922. Se trata de un poema etnogenético y mitológico, en el que se desarrolla la protohistoria de la raza guaraní, seguida de un estudio etimológico de los mitos y de los nombres y voces empleados en el mismo por el autor. Ñande Ypy Cuera significa Nuestros Antepasados. El poema fue editado en la Asunción, en 1929, por los talleres de El Arte, en su primera edición – pues son dos las ediciones de ese año –; la segunda, por la Sociedad Científica del Paraguay. También existe una edición brasileña "separata dos annaes do XX Congreso Internacional de Americanistas (V. III – Imprensa Nacional), de Río de Janeiro". Es de 1932. Cinco años después, vertido al castellano por el autor, fue publicado, en prosa, en la Asunción, el poema guaraní que nos ocupa.

Narciso R. Colmán también ha dado a la estampa otros libros, en prosa. Entre ellos, Mil Refranes en Guaraní, Asunción, 1929; Ñeengá Roby, refranes verdes, también editado en la Asunción, en 1938; Tupá Ñeé Poravó Pyré – palabras escogidas de Dios –, versión guaraní de la Biblia, escrito en colaboración con la señora Margarita de Airth.

Es también autor de Era, que significa almácigo, y contiene una docena de temas de índole social, política, económica y moral para ser desarrollados en conferencias públicas, en guaraní, para mejor comprensión del campesino paraguayo; de Ché míro guá – la suerte mía – aunque ésta no sea la traducción exacta – que por lo demás no la tiene en español – trabajo en el que se desarrolla una emocionante escena pasional; y de Ysapy Yayai – ramojo de flor – que integran cincuenta canciones. Tiene, asimismo, otras obras inéditas.

Moisés S. Bertoni, el sabio naturalista y filólogo suizo, consagró a Narciso R. Colmán el siguiente juicio: "En el buen poeta hay dos personas: el artista y el psicólogo; el primero descubre las armonías del decir y llega a la música de la palabra; el segundo descubre las intimidades del corazón humano y llega a las palabras que las hace comprender. Ambas obran lejos del campo estrictamente científico, que para ellas estarían sembrados de enojosos obstáculos. Y nosotros, para conocerlas, nos vemos obligados a salir del nuestro. Felizmente, tenemos un medio a nuestro alcance: el análisis; es mucho más demorado, pero él también presenta algunas ventajas, como la de ser más razonado. Y ese análisis nos ha persuadido de que ambas personas existen en el autor, y netamente caracterizadas. Esto explica el favor que sus poesías han encontrado en el público. En ellas, la armonía de la palabra adorna la del sentir. El recurso mágico del guaraní – sistema filológico más único que raro, que posee en potencialidad miles de palabras jamás consignadas en un léxico, y posibilidades infinitas de formar cuantas se necesiten, aún para expresar lo que jamás se ha expresado, y siempre de una manera tan precisa y clara que todos han de comprender – ese recurso sabe aprovecharlo el autor magistralmente. Es uno de los secretos de su éxito. Pero el otro factor esencial está seguramente en la elevación y delicadeza sentimental, en la ternura de la expresión y en el vigor de la pintura, realista sin trivialismos, que revela en el autor un alma verdadera y profundamente poética, que vibra como sabe vibrar el alma guaraní, al unísono de la silvestre naturaleza en que tan felizmente vive; naturaleza virgen y lozana, pródiga de favores, de infinitas bellezas y dulces armonías, en la que el espíritu no se educa en el egoísmo, ni para luchas materiales, sino para una vida moralmente sana, en el bien de todos apaciblemente conquistado, y en el amor bajo todas sus formas pero sin enfermizos arrebatos. En parte se debe al medio ambiente, si – como escribió al respecto autorizada y conocedora pluma – "en los cantares de nuestra tierra hay más estructura de alma, esa flauta interior que si no gime canta, pero que siempre es alma, más lirismo, más sinceridad y representación ética, que en el cosmopolitismo consonante de esta Europa sin alma y sin corazón" (Federico García). Juicio éste algo severo por una parte, pero esencialmente justo en cuanto se refiere al guaraní. Más, ¿quién interpreta esta alma? El avisado psicólogo seguramente; pero nadie mejor que el poeta; y Narciso R. Colmán, consagrado buen poeta por los entendidos, tiene evidentemente cualidades naturales de psicólogo". (25)

He aquí su poesía intitulada:

COROCHIRE

Plaza Uruguaya rovái

Esquina Paraguarí (26)

Apyta sapy’ami

Oĝuahe peve tranguái.



Okypáramo rire

Kuarahynte iñapysê

Ha oñepyrûma oñe’e

Petêi Korochire.



Hendaitépe ko ajámi

Rasaite oñe’ê asy

Che py’a rehe oguapy

Pe guyra ñe’enguemi.



– ¿Mba’epa Korochire

Koichaite nde py’apy?

– "Che py’are mimbuasy

Ambo hasa aguive!



Libre niko che a nacé,

Ña imo’a vaekue yvytu,

Ñandejára che mbou

Apurahéivo ichupe.



¡Ai! tove pyhareve

Umi ka’avo piru

Ari tañombojaru

Ku che îru kuéra ndive.



Isla mi, costa porâ,

Umi rosado pyahu,

Taveve ha tahetû

Kemado rakuâ porâ!



¿Mamoeténe pa peimê

Guavira ha yvaviju,

Ñangapiry, yvapurû,

Ha aratiku he’ête?



Chéve guarâ ku ja opáma

Umívachagua vy’a,

Ndarekói che libertá

Ha péina che rechapáma.



Che renda ko jaula mi,

¡Ápe mante apurahéi!

Ha ára nda ikovevéi

Che ko’êne akirirî."



Korochire, Korochire,

Néi angána ekirirî...

¡Ai che jára guyrami,

Ché ku aiko nde javeve!



Rehecháramo ahasa

Nandimi vaicha añete,

¡Ani mo’â tei ere

Arekoha libertá!



Cautivo mi ko chave

Ko yvy apére aĝa aiko,

Heta rei amba’apo

Ha nda rekói mba’eve.



Che pógui añeñapytî,

Che pýgui añe maneá,

Che ku’agui aje liá

Amyisérô che kytî.



Che róga: py’apyve,

Akái ha a chyryry...

¡Aiko vaicha che rory

Na che mbyasýgui avave...!



Péina tranguái oĝuahe:

Nde ke eñe’ê ha e popo,

Che taha ta mba’apo

A pytu’ûeté peve!



GULLERMO TELL BERTONI, hijo de Moisés S. Bertoni, nació en Santísima Trinidad, en 1880. Estudió, dirigido por su ilustre padre, en la Escuela de Agricultura que dirigía éste, y que se hallaba en el actual Jardín Botánico de la Asunción. Obtuvo, en dicho establecimiento, diploma de agrónomo, en 1904.

En la dirección de agricultura de Puerto Bertoni, en el Alto Paraná, lugar en el que se radicó la familia, editó Guillermo Tell Bertoni, la Revista de Agronomía. Posteriormente fue funcionario del Banco Agrícola, ministro de agricultura – durante la presidencia de Rafael Franco – y miembro del Consejo de Estado, durante la dictadura de Higinio Morínigo.

Posee numerosos trabajos referentes a su especialidad, tales El Tabaco Paraguayo, 1915; Yerba Mate, 1916; El Indio Guaraní, 1920; Geografía Económica del Paraguay, 1923; Geografía Económica de América, 1939. Dictó, además, lecciones de economía en varios colegios de segunda enseñanza, y en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional.

Sus trabajos sobre la lengua guaraní son numerosos, publicados algunos e inéditos los más. Entre aquéllos es conocido su Fonología – Prosodia y Ortografía de la lengua guaraní, el que fue aprobado por la asociación Cultura Guaraní, y sometido al II Congreso Internacional de Historia y Geografía de América. Dicho trabajo fue escrito y dado a la estampa, en la Asunción, en 1936. Entre los inéditos se halla el Diccionario de la lengua guaraní, con más de quince mil palabras.



PABLO ALBORNO es un artista del pincel y del lápiz. Pero, desde hace algunos años, dedícase a estudiar diversos aspectos que caracterizan a la antigua raza guaraní. Le apasiona su arte embrionario y, sobre todo, su lengua, a la que ha dedicado pacientes y valiosos estudios que vieron la luz pública en diarios y revistas. Pablo Alborno nació en la Asunción, en 1877. Cursó estudios en Montevideo y en el Instituto Paraguayo. En 1906 fue enviado a Roma para perfeccionarse en su arte. De regreso al Paraguay, consagróse a ella y a la docencia. Hace más de treinta años que es profesor de dibujo y pintura en los colegios de la Asunción.

Uno de los trabajos referentes a temas vernáculos, de este autor, se intitula Lengua Guaraní. Es extenso y documentado.



CIPRIANO CODAS es oriundo de Encarnación. Nació en 1892. Cursó estudios en su ciudad natal y completó el ciclo del bachillerato en el Colegio Nacional de la Asunción, en 1910. En la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de dicha capital se laureó en 1920. Su tesis se intitula Impuesto Territorial Progresivo.

En la vida política, milita en el Partido Liberal. Fue administrador general del Banco Agrícola, diputado y ministro de hacienda en el primer gabinete del presidente José Félix Estigarribia.

Ha publicado Organización Municipal, 1917; El tránsito de yerba brasilera por territorio paraguayo, 1926; La ley de moratoria en la Cámara de Diputados, 1933; Cuestiones económicas relacionadas con la guerra del Chaco, 1934; Proyecto de programa sintético de gobierno, 1937; Manual Elemental de Ortografía Guaraní, 1944.

Tiene inéditos El general Estigarribia – Seis meses de gobierno constitucional y Gramática Guaraní.

Cipriano Codas es fundador y miembro de número de la Academia de la Cultura Guaraní.



FÉLIX FERNANDEZ nació en Itauguá, en 1898. Cursó estudios en su pueblo natal. En la Asunción aprendió música, en la Banda de Policía, bajo la batuta de Salvador Déntice. Luego perfeccionó su arte en el Instituto Paraguayo, con los maestros Lefrán y Pellegrini. Más tarde, y durante diecisiete años, fue profesor de teoría y solfeo e instrumentos en la Escuela de Aprendices Músicos de la Policía de la capital. Fue profesor de música, canto y declamación de la "Escuela Vocacional Moisés S. Bertoni", de Yaguarón; director de bandas de música en Itaugúa, Itá y Luque, y de la fanfarria de caballería, en Paraguarí.

Como poeta, es autor de varias composiciones populares. Entre las principales se hallan Cerro Corá, Reservista Purajhéi, Ña ne Arambojhá, Ñasaindype, Cuyrá Campana, Che Trompo Arasá, Ysyry, Oñondivé mí, Vy’á y yavé, Tupasy Caacupé, Che rendú mí Maria Ana, Resereista Itá y otras polkas y guaranias.

Tiene en preparación un libro de versos en guaraní.

Como autor teatral, el 6 de julio de 1926 estrenó, en la Asunción, su primera obra en lengua vernácula, intitulada Mborayjhú pajhá, comedia en tres actos. Esta obra se llevó a las tablas en el Teatro Nacional y fue reprisada en la noche siguiente.

Con la representación de Mborayjhú pajhá se dejó asentada la base del teatro guaraní, por ser la inicial en lengua autóctona escrita por autor nacional y llevada a la escena. Roque Centurión Miranda fue la primera figura de carácter de esa obra, siendo protagonistas de la comedia Cirina Gómez y Darío Gómez Serrato.

Además, Félix Fernández escribió y representó en los distintos teatros y cines de la capital, en ciudades y pueblos de la república, varias comedias en guaraní, tales como Jué ocara, Mainumby, ¡Jhá saijhovy!, Paraguay memby, Ocârá guá pe ocâra, Jacinta, Mamerta, ¡Jhá, Leandro! y algunas comedias de corte infantil, como Peru-í, Escuelero, Ndavy’a véi escuela pe, etc.

También ejerció la cátedra. Fue profesor de lengua guaraní en la Escuela Militar, en los años 1938 y 1939, profesor de gramática y literatura guaraní en la Escuela de Agronomía "Mariscal Estigarribia", de San Lorenzo del Campo Grande, y asesor de literatura guaraní, en la dirección de prensa y propaganda del Ministerio del Interior.

Es miembro de la Academia de la Cultura Guaraní y director del semanario agropecuario del Ministerio de Agricultura, El Agricultor.

De 1926 a 1930 actuó al frente del Elenco Teatral Guaraní. Es de su inspiración:

CHE TROMPO



Ndahejái mba’eve ndéve, ko’êrôite amanóvo

Mboriahu ramo aikógui ndarekóiva jeguaka,

aikónteva yvy ári che ra’y nera’ârôvo

Ha péina reĝuahêma, che ikatúma roheja.



Che trompo liá-py ko oime karameĝuáme,

Mitâ kuéra, ikerambúre, oheróva "Mamanga"

Jáma ára añongatúrô nosêvéiriva okápe

Oikóva kañyhápe oha’ârôvo ijararâ.



Ipyti’a jekutúmi ku, araságui ijapopýva,

Che mitâme va’ekuémi ku che sélepe aha’â;

Opyryrŷi ramo ahechámi, ojere, hasy asýva

Ojoguáva mainumbýpe oipyte ramo asaha.



Ereko nemba’erâ, amoî ndéve nde pópe,

Topyryrŷi pe mbytetépe, jepiguáichante toke.

Ha che umi heruĝuágui ama’êne ko nde rópe

Ha rohechárô nde rory... che rorýne nendive.



DARÍO GÓMEZ SERRATO nació en la Asunción en 1903. Se educó en la "Escuela de Comercio Jorge López Moreira". Su vocación llevóle al estudio de la música. En la Banda de Policía, en los tiempos de Nicolino Pellegrini, realizó sus primeras prácticas instrumentales. Más tarde organizó y dirigió la banda de músicos de la guarnición de Bahía Negra. En la guerra del Chaco actuó como oficial de reserva en el regimiento General Díaz.

Desde 1920 dedicóse, con ahínco, al cultivo de la lengua guaraní. En este afán nobilísimo fue compañero de Ortiz Guerrero y Félix Fernández. Con este último recorrió el país, llevando un elenco escénico, en el que los principales protagonistas eran precisamente Gómez Serrato y Félix Fernández. Son siempre recordadas las recitaciones en guaraní de ambos poetas de la lengua vernácula en pueblos y "compañías" del interior del país.

Darío Gómez Serrato ha colaborado en diarios y revistas del Paraguay. Escribe en castellano y en guaraní, en prosa y en verso. Un tomo de poesías, en el idioma autóctono, bajo el título sugerente de Yacy Yateré, dio a publicidad, en la Asunción.

Compositor musical y poeta, tiene varias partituras y gran número de trabajos inéditos. Intitúlanse éstos Crónicas de la guerra del Chaco, prosas y versos, en guaraní; Cantores Nativos, prosa; Músicos Militares y Músicos Nativos, prosa; Los Guaraníes de Occidente, modalidades, mitos y leyendas chaqueñas; Vagarosas, versos en castellano.

Es de Gómez Serrato:

JASAENDY JAVE [2]



Jasy morotî remaña mombyrýva che rehe rehóvo

Py’a tarovágui márô nderekévai chéichaite avei

Ha chéicha remuñáva araka’eve jahupyty’ŷva.

Adéko che reindy jasy morotî maña asymi.



Ejehykuavóna ko kuñataî rogaguy porâme

Jasy morotî ehesapemi ko che rendaĝua,

Añesûpehêta ko hovetâ guýpe ha aropurahéita

Mba’asy po’ícha chepytéva ohóvo ko mba’epata.



Rekéva reína kuñataîmi ahayhu porâva

Epáy ehecha ne rokême oúva oñepomoî

Tupâ mba’e jara nerenoihaguéma hembe ruguypáva

Ha nderechaségui yvága ru’âre hesakâ rei.



Ka’aguy poty che moakânundúva nde pukavymíme

Ha neryakuângue rapykuéri aikóva anga atyryry,

Esê cherendápe he’ukámo cheve nde jurúgui eíra.

Tosopa anga ko che mbyay’uhéi, ka’aguy poty.



Esê che rendápe... Ha nde apysaitépe ta mombe’u ndéve

Mba’éicha rupípa ko che mitâhápe aiko añembyasy,

Che páy ha che kéra urutau rasêicha che py’a jopýva

Ha yvytu pirúicha che ruguy apére oikóva opoñy.



Jasy morotî remaña mombyrýva che rehe rehóvo

Nderekéi haguéma nderesa’yju chéichaite avei;

Ko’êramoiténte rehasa hasa ha reiko reikóvo

Chetavyhaguéma: reikuaa va’erâ, jasy morotî.



RAIMUNDO D. OVELAR era oriundo de la Asunción. Nació en el año 1878 y se educó en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal de dicha ciudad, donde obtuvo diploma de maestro. Ejerció la docencia durante muchos años y especializóse en el estudio del guaraní. Resultado de esas labores de especialización fue un tomo, editado en la capital paraguaya, bajo el título de Vocabulario Guaraní. Raimundo D. Ovelar falleció en la Asunción, en 1931.



LEOPOLDO A. BENÍTEZ, egresado con el título de agrónomo de la Escuela de Agricultura de Santísima Trinidad, en el año 1900, dedicóse a la docencia. Posteriormente, sin abandonar el ejercicio de su profesión, durante mucho tiempo, dictó lecciones de mineralogía y botánica en la Escuela Normal de Profesores de la Asunción y de ciencias naturales en la Escuela Militar. Cultivó el guaraní desde su juventud. Es poeta y prosador. Escribe versos, solamente en guaraní. Entre sus mejores poesías son conocidas Mbocayá, publicada en 1923, y Guajhú Tetariguára, que es una versión en guaraní del himno nacional paraguayo. Entre sus trabajos en prosa cítase una conferencia intitulada Crítica y glosas a la poética guaraní. Tiene, además, otros de índole profesional, aparecidos en diarios y revistas del Paraguay, y un importante estudio sobre ortografía guaraní.

Leopoldo A. Benítez nació en 1880, en Itá.

GUAHU TETARIGÚARA



Coro

Jepeguýpe "República" oikóma,

ña manóne esê, Paraguay;

jojahápe ndaipóri va’erâma

terekuara tera tembiguái.

Tetânguéra ko "América" iguáva

ikuáypira "tres siglos" oiko;

opu’ante viña jeroviápe

ha’evema; he’i, ha isâso,

ñande rúva, tuicha oñorairôvo,

guariníme gueco ombojegua;

oitykuévo arague kupeguára

ohupíma ngatu oparagua.



Ape, "Roma" jave, ko Tetáma

tendotára mocôi omoingo:

ño rupiára, "cual Rómulo y Remo",

po’aka kuayta omboja’o,

arai ame arete, kuarahýicha,

ojechánga "la perla del Sud"

aĝa osêma, tuicha tendotára,

ohupívo hory ha i "virtud".



Torypápe "la Europa y el mundo"

mboaguyjevo oguérô sapukái,

ijerogui hata guambipeicha.

Atapi igui ivatî yvi-rokay.

Ijerére moirôma hyapúrô,

tetangue myendypa hare

"Paraguayo" con yvy haihupira

o nuváma o pepope ijaugue.



Iporâ pe"laurel" ne akanguáva,

maranyme reime, Tetami.

Ovevévo-ndao, iñepinima

ku "zafiro, diamante y rubí".

Nde piakâka omimbi kuarahype,

aguanguýpe ohechá jaguaty:

Mbarete ha jepe ra’angáva,

mandu’ava toryry ave oî.



"Feudo" opama ha osê ityvykuegui

ijepéupe Tetama Rangue.

peñesúke pee jopihara;

Tetâyguava: Guahu toveve;

To ñendúke "República" oicóma

ñamanóne hese, Paraguay;

ñe’ê apýpe yvytî avasúicha

ojehupívo, te’i sapukái.



Jogaite ha Jepe oipysyrôma

ore "patria", "tiranos", pehendu,

Ikuatiápe, heco monangáva,

Guarínime ojoko isýi katu;

"Mundo" apére aveno rokukuyne,

ohekýirô chugui ijeguaka

roikuaáne ijepi guarinivo,

héra ipýri añuvâme ropa.



Pe hupíke kyse ipukuvéva

ku ojajaiva Tupâ rembipe:

Tembiguái ha Jepe, ndicatúiri

ipa’umema oî guambipe.

Yvytûre Guahu to vevéma,

ñe’ê apýpe te ikyre’y

voña jupe, tory ndijapýiva;

ha Tetâupe, "laurel" pave’ŷi.



TOMÁS OZUNA era oriundo de Luque. Nació en el año 1884. Educóse en el Colegio Nacional de la Asunción y en la Universidad de París. Fue director del citado instituto de segunda enseñanza, y profesor de francés. Dedicóse al estudio del guaraní. Ha publicado varios trabajos de índole lingüística en diarios y revistas asuncenas y dos libros intitulados Diccionario guaraní-español y viceversa y Gramática de la lengua guaraní. Es también autor de "Ensayo para un plan de estudios para la enseñanza secundaria".

Tomás Ozuna falleció en la capital paraguaya, en 1939.



ANTONIO ORTIZ MAYANS, quien ha ejercido el cargo de secretario de redacción de la revista Paraguay, órgano de la Agrupación Folklórica Guaraní, de Buenos Aires, es oriundo de la Asunción. Nació en 1908. Cultiva la prosa y el verso, en guaraní y en castellano. Su estilo, en ambos, es terso. Ha publicado un Diccionario Guaraní-Castellano, Castellano-Guaraní. Editóse en la urbe porteña. Escribió también cuentos sobre asuntos paraguayos. Además del diccionario a que nos referimos, publicó Cantos Nuevos, versos, en la Asunción, en 1930, y Sorozábal, su vida y su obra, en Buenos Aires, en 1946. Tiene, asimismo, inéditas, dos comedias: Amáos los unos a los otros y Nuestra vieja casa, y otro volumen de poesías, Luz en el alba. He aquí una de sus más populares canciones:

BURRERITA

(Canción Paraguaya)

I

No despunta aún el alba cuamdo inicias tú la marcha

y al mercado te diriges e llevar mba’e repy;

no haces caso de la lluvia, ni te importa si la escarcha

sólo pueden depararte el dolor de un mby’asy.

Las penurias han curtido día a día tu existencia

han armado de coraje tu perenne pyhare

y te han dado elementales enseñanzas de paciencia

para así en la desgracia sostenerte mbarete.

II

Y trotando burrerita

desde tu humilde tapýi

entre montes y praderas

cien caminos reipykúi.

Con tus árganas bien llenas

de naranja y mandi’o,

vas por calles asuncenas

repartiendo ca’avo.

II

Por el duro pan diario, legua y legua vas andando

sobre el lomo del burrito al que tienes como yrû,

al cruzar así las calles, al trotar tu vas dejando

un retazo de tu vida de obrerita mboriahu.

Son tus días tan iguales, que no tienes ni un domingo

de placeres o de goces en tranquilo pytu’û;

burrerita paraguaya, en mis versos te distingo

y te abrazo en mis estrofas con ardiente cunu’u.



GUMERSINDO AYALA nació en Villarrica, en 1910. Cursó estudios en las escuelas de su ciudad natal. Desde muy niño dedicóse a las tareas propias del trabajador campesino. En 1917 se alejó del Guairá, y diez años después, luego de muchas andanzas, arribó a Buenos Aires. Más tarde, en misión de arte, pues es músico y poeta, recorrió la Argentina, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Bolivia y Brasil.

En 1925 comenzó a escribir y a publicar sus primeras poesías. La inicial, compuesta en guaraní, la intituló Che-mba’é cuemí. En 1940, con motivo de unas fiestas estudiantiles realizadas en el Colegio Nacional de la Asunción, Gumersindo Ayala obtuvo medalla de oro otorgada por el "Centro Estudiantil", en mérito a su composición en versos, Mitarusú Purajhéi.

He aquí uno de sus trabajos:

ÑANDE AVAÑE’E



Yayehecuavóna che rikeykuera

Kuatia apére ñañoty ñe’ê

ñamombia mivo pytagua ñe’égui

hykupa voíva ñande avañe’e.



Mitârusukuéra arandu omboatýva

Hi’aĝa potýva peême añe’ê

hi’âitéko chéve oñondivekuéra

ñamoingovemínga ñande avañe’ê.



Peteî ñe’ême ñaimemba jo’árô

ñande pu’akáne jahupi haĝua;

guarani porâicha ñañopytyvórô

nañamotî chéne ñanderu yma.



Ñanderu ypykuéra ñandéve ohejáva

ko ñe’ê iporâva imbojoja’ŷiva

guaran rugui kuégui oikove maymáva,

yvyape ári oñe’ê haĝua.



Ha piko ko’aĝa péicha jahecháne

ñañe kû ñe’êre oñembosarái;

ñañemoîmbána mbarete jojápe

ha ohayhú’ŷva jarosapukái.



Jajuhúrô máva ojahéi katúva

tera omboykeséva ñande avañe’ê;

ja’e ichupekuéra pe tavy tuichágui

mamoite pevépa ojavy hape.



Jahechápa upéicha nañaipohanóiri

imeguâ mbaitéva ñande avañe’ê;

pytagua ñe’êre ojehe’apágui

hoguékuiva ohóvo mbegue katuete.



Ha sykuéra oíva imarangatúva

ha imemby rayhúva ñande ru rovái;

tome’ê imembýpe imba’e teéva

oguerohorývo ñande Paraguay.



Ñanereindykuéra oñembo katéva

noñe’ê sevéima ñande avañe’ê;

omokachi’aije kóva ichupekuéra

ha upe haguére ombo tapykue.



Áva pohanóvo ñamoasái hapépe

Kuatia apére ñande avañe’ê;

ja hechápa upéicha noñandúi hendápe

ha ohayhu jevynga paraguai ñe’ê.



EMILIANO R. FERNANDEZ era originario de Curuzú Isabel, de la jurisdicción de Concepción. Nació en el año 1896. Aprendió las primeras letras en la escuelita del español Federico Sandoval, en Ysaty, en la Asunción. Más tarde cursó estudios en el colegio de los padres salesianos de la ciudad del norte. Cultivó el verso y la prosa. Comenzó a publicar sus trabajos en periódicos concepcioneros y en Ocara poty cue mí, órgano lírico popular editado en la Asunción. Entre sus poesías en guaraní, una de las más conocidas es Nde rejhehy-yavé.

Emiliano R. Fernández era poeta andariego, trashumante, sin más ley de vida que su propio arbitrio. Fue jefe de la sección "Ava ñe’é", de Guaraní, periódico fundado y dirigido por Facundo Recalde, y de Ruiseñor, vocero católico. Fue protagonista en la batalla de Nanawa y guardabosque en el Jardín Botánico. (27) Falleció en la Asunción, en 1949.

Es de su inspiración:

¡HAH... CHE PUEBLO!



¡Hah!... che pueblo, Recoleta, ¡jhah!... che pueblo porâite.

Ymaite ko aju guive ndikatuvévai ro hecha

Araka’éipo che ko’êne ipoty anga ko che suerte

Ha aheja ko ahé raity che py’a guapy haĝua!



¡Hah!... che pueblo porâité, nderehe che mandu’arô

Hi’âite aiko guyrárô, ne rendápe taguejy,

Ha upérô tahecha umi ahechamíva cheképe

Ha nde poty apytepe tajohu aipo angapyhy!



Ymave ku che mitâme na pensáimi vaekue che

Ndaikuaái co’â mba’e, ni aipo che renonderâ;

Aikovemi torypápe nde rogue hovy apytépe,

Nda hechaimi ni che képe ko destino aĝa aikoha.



Ha ko ahârôguara, añandu ha añembyasy

Ajechare mombyry co’â teta ambue rovái;

Che py’a puve haĝua ahendúva che keguýpe

Orretumbá amo yrembe’ype vapor kuéra sapukai...



Ikatúnte sapy’a ha Ñandejára opremetí

Aha jevy ambojerémi umí che vy’a hague:

Calle Chile, Kambakua, ha peamo Tembetary,

Calle Pukú, Bejarano, Ysaty, Zabalakue.



Ha upégui tahami, Villa Aurelia ahechase,

Villa Morra pe aĝuahe ha mi guelta tambotí

Tatopa ymave guareicha che jardín taipotypa

Akoi ete hecha pyrá enterove umi che ivoty.



Che resápente arekóva ñaimo’ante ku ahecháva

Lugar kuéra iporâmbáva-há... lugar hechapyrâ;

Che corazore oguapýva hakuambáva yvotýicha

Ijajaiva kuarahýicha, co’êyúicha ohesaka.



¡Hah!... queridas compueblanas, enteroite pohayhúva

Peême añongatúva mborayhu mamo aikohápe;

Bokói eténte asaco’i, ha che pepo hague vove

Añeha’âne aveve ha aguejy penerendápe!



EDUARDO SAGUIER nació en Villeta, en 1892. Cursó estudios en el Colegio Nacional de la Asunción. Ha publicado un Método de Enseñanza Elemental del Idioma Guaraní, Buenos Aires, 1946, y tiene en preparación Gramática y Filografía guaraní, dos importantes trabajos, y, en prensa, una traducción del Martín Fierro de José Hernández, al idioma nativo.



TEODORO ROJAS, oriundo de la Asunción, y nacido en el año 1877, es un estudioso de la botánica y un avezado lingüista. Ha publicado numerosos trabajos científicos, y, en colaboración con Carlos Gatti, un Vocabulario guaraní-español para uso médico.



A. DE WINKELRIED BERTONI, hijo del suizo Moisés S. Bertoni, oriundo del Alto Paraná, ha dado a publicidad gran número de monografías científicas y valiosos estudios sobre la lengua guaraní.



REINALDO DECOUD LARROSA, nacido en la Asunción, en 1914, y educado en San Pablo (Brasil), ha publicado numerosos trabajos sobre el idioma guaraní.



Deben ser citados también otros poetas que escribían o escriben en guaraní. Entre ellos JOSÉ MANUEL CABALLERO, más conocido por Caballero-í, maestro de escuela de Mbayué, Limpio, "valiente, peleador y trovador extensamente conocido". Es autor de Godoi fusilamiento y otros "compuestos"; FERNANDO URIZAR, quien escribió Pende vaí; SECUNDINO PONCE DE LEÓN, nacido en Corrientes, y radicado en el Paraguay, autor de Amambái; JUAN A. COLMÁN, de Ybytymí, quien compuso Che Floripa mí, en 1931; ROBUSTIANO VERA, quien se ocupó de temas guaraníes de carácter arqueológico; MARCIAL SAMANIEGO, quien ensaya la filología de la lengua vernácula; TEODORO S. MONGELÓS, versificador armonioso; y MAURICIO CARDOZO OCAMPO, autor de Ycuarapé y de numerosas leyendas guaraníes. Fue, además, éste director de "Mundo Guaraní", revista editada en Buenos Aires, en 1947, y es un brillante compositor musical.



XLI

EL TEATRO DURANTE EL PERÍODO AUTONÓMICO

Vida teatral siguió haciéndose en el Paraguay, dentro del precario medio ambiente, desde 1880. Diez años después de la terminación de la guerra contra la triple alianza, la Asunción era visitada por compañías extranjeras que llevaban a escena piezas foráneas. Así mantúvose este aspecto de la actividad literaria en nuestro país durante un lapso prolongado. No se recuerda a ningún autor paraguayo aparecido en aquel tiempo. No obstante, según noticias sujetas a confirmación, el poeta español Victorino Abente y Lago escribió, antes de 1900, una comedia dramática que no pudo estrenarse, y cuyos originales se guardan en un archivo particular. Posteriormente, Alfredo J, Jacquet compuso El triunfo del Amor, drama en tres actos, en verso, y Arsenio López Decoud tradujo El Abanico de Lady Windemere, la celebrada comedia de Oscar Wilde. Puede agregarse a lo dicho la presentación de algunas revistas musicales.

No habremos de olvidar, sin embargo, que las representaciones teatrales realizadas en la Asunción, en el último cuarto del siglo XIX, contaban con la severa vigilancia de un crítico: OTTO POLLITZER. Era éste nacido en Trieste, en 1865. Llegó al Paraguay en 1889. Fue cofundador de El Cívico y de El Nacional y redactor, después, de La Prensa, de Buenos Aires. Falleció en esta ciudad, en 1913.

Y ha de sumarse a lo dicho que el poeta Alejandro Guanes, en la primera década del siglo XX, escribió La Cámara Oscura, comedia dramática que no llegó a la escena.

Poco tiempo después, Eloy Fariña Nuñez dio a conocer, desde Buenos Aires, sus excelencias de autor teatral. Escribió dos dramas, El Santo y El Soñador; una comedia, La Ciudad Silenciosa, y una tragedia, Entre Naranjos y Cocoteros. También compuso Tutti Fratelli, escenas contemporáneas, y dos bocetos, La mesa de Pino y Cuando morimos, ¿resucitamos?

En el año 1915, Rafael Rodríguez Rojas publicó, en El Liberal, de la Asunción, Flor del Valle.

Y así llegamos a 1918. Este año señala, verdaderamente, la iniciación de la literatura teatral paraguaya. Leopoldo Centurión plantó el primer jalón lumínico. Llevó a escena El Huracán, drama en dos actos. Este trabajo ha sido publicado en la revista Letras. Más tarde, presentó al público asunceno dos comedias: El Final de un Cuento y La Cena de los Románticos. Siguieron a Leopoldo Centurión otros autores noveles. J. Demetrio Morínigo ofreció una tragedia, en tres actos, La Venganza del Coronel, y Santa Felisa, drama, también en tres actos. Eusebio A. Lugo llevó a las tablas La Chala, drama; Camino de la Fuente, comedia; La Epopeya del Mariscal, drama; Las Ruinas del Rosal, comedia; El Hispano y la India, diálogo; La muerte de la quimera, drama; y María de Magdala, comedia. Pedro Juan Caballero alzó al tinglado El Pasado, El Imán, El Vencido, De Pura Cepa y Amor que Redime, comedias; y Los Buitres, El Castigo, Cuestión de Honor y Reivindicación, dramas. José María de Nestosa escribió Over-all Asnnceno, piquete, y Se rifa un marido, pieza cómica ligera. Leopoldo Ramos Jiménez hízose aplaudir con La Inquisición del Oro y La Herencia, dramas; y Carlos Frutos acompañó al grupo con su drama intitulado Para el amor no hay barreras. Francisco Martín Barrios levantó el telón de La Chispa Robada y Mariscal López, dramas ambos; y Manuel Ortiz Guerrero publicó desde Zurucuá, La Conquista, drama, y El Crimen de Tinta Lila, pieza en un acto. Siguieron a los nombrados, Arturo Tavarozzi, con El Abanderado del Batallón 40 y Hernandarias, dramas; Luis Ruffinelli, con Sorprendidos y Desconocidos, drama, estrenado en 1924; José Arturo Alsina, con La Marca de Fuego, drama; Facundo Recalde, con El Juguete Roto y El no de los niños; y el mismo Ruffinelli con Victoria, drama, también, ambos estrenados en 1926.

Dos años antes, Miguel Pecci dio a conocer Manos Blancas; María del Carmen, del mismo autor, fue estrenada en 1925; y Los Convidados a una Cena, después. Es monólogo el primero, drama el segundo y comedia el tercero.

En el año 1927, tres fueron las obras paraguayas que aparecieron en las carteleras: El derecho de nacer, drama, de José Arturo Alsina; Mujer, comedia dramática, de Facundo Recalde, y Víctima propiciatoria, de Josefina Plá. Otras obras de estos autores nombrados fueron también conocidas por el público, tales Flor de estero y Evangelista, dramas, de José Arturo Alsina.

Eudoro Acosta Flores, asimismo, ensayó sus primeras armas en el teatro. Fruto de esa labor es La fuerza de la raza, poema dramático.

La ausencia de compañías nacionales y extranjeras o la negativa de las últimas a estrenar obras de autores paraguayos, obligaron a éstos a un descanso que se prolongó hasta 1932.

El 15 de junio de ese año prodújose un acontecimiento histórico: la guerra del Chaco Boreal. Esta tragedia – rara paradoja – insufló insospechadas energías al teatro nacional.

"Este hecho de trascendencia omnilateral – escribe Josefina Plá – tiene literaria repercusión inmediata: se hace automáticamente punto de inspiración para música, poesía y teatro. (Más tarde vendrán la novela y la historia.) El teatro paraguayo entra en una nueva etapa: contacto directo con la realidad ambiental". Abre esta nueva época una obra bilingüe: Episodios chaqueños, de Roque Centurión Miranda y Josefina Plá.

Es en este período cuando, en Concepción, Juan Bernardo Otaño también escribió dos piezas de teatro: Chifladuras del día y Luces de Bohemia. Ambas son comedias.

Julio Correa apareció el 5 de enero de 1933. Plantóse con su obra el hito más visible del teatro guaraní. Antes que Correa, es justo señalarlo, habían iniciado este género vernáculo Francisco Martín Barrios y Félix Fernández. Son los precursores. Constituyen la avanzada victoriosa.

Al año de iniciada la guerra del Chaco, estrenóse La Conciencia Jurídica del Barrio, comedia de Luis Ruffinelli, y, antes, Tuyú, drama en guaraní, de Roque Centurión Miranda.

Julio Correa dio también al público Sandía Ybygüy, Guerra Ayá, Terejhó yebý frente pe, Peicha guaránte, Pleito riré y otros.

Fueron estrenados por un elenco integrado por entusiastas aficionados, formado por el mismo Correa, y entre quienes dicho autor destacábase como personaje principal. En esto Correa se asemeja a Centurión Miranda, quien es también autor y actor central de sus obras.

José Arturo Alsina llevó a las tablas, con éxito, su drama Intruso. Fue la última obra de esos años fecundos.

En 1939 inicióse un ensayo de teatro radial. Josefina Plá y Roque Centurión Miranda fundaron Proal, diario etéreo. En la hora consagrada a esta difusión cultural, además de las obras ya citadas, se dieron Cuando la Guerra, de Luis Ruffinelli; La Hermana Impaciente, de Josefina Plá; Fuego en la Cumbre y La Llama Flota, de José Arturo Alsina, y Desheredados, de Josefina Plá y Roque Centurión Miranda.

Y nuevo silencio escénico. Los autores, en tanto, guardaban en sus carpetas numerosas obras inéditas, en espera de una oportunidad. "Un repertorio de cerca de cincuenta obras en ataraxia, dice Josefina Plá en su Breve reseña de la literatura teatral paraguaya, (29) espera inútilmente, durante siete años – desde 1934 hasta 1941 – la iniciativa redentora. Con esas obras no sólo se intensifican nobles afanes, un caudal laborioso y sincero, vocaciones dignas de encauzamiento y de estímulo, sino que permanece desdeñado, relegado a plano de total desconsideración, el prestigio cultural paraguayo en uno de sus aspectos más representativos y nobles".

El Ateneo Paraguayo puso punto final a esa ataraxia. Creó el elenco que lleva su nombre, en 1941, y valido de él, alzó al palco escénico obras extranjeras y paraguayas. Entre éstas, lograron éxito la reposición de Sorprendidos y Desconocidos, de Luis Ruffinelli, y el estreno de Sobre en Blanco, de Josefina Plá y Roque Centurión Miranda, en 1943. En este año hizo su aparición Jaime Bestard con su comedia Arévalo.

Debe citarse, además, a Federico Riera, Rigoberto Fontao Meza, Benigno Villa, el padre Juan B. Cassanello – autor de obras para teatro de carácter místico, patriótico e histórico –, y a Rosa Matilde Centurión, quien cultivó un género especial: la comedia infantil.



BENIGNO VILLA nació en Concepción, en 1902. Ha escrito versos de noble factura y cuentos de trama interesante. Su labor en el teatro se condensa en Fuerzas Opuestas, comedia en tres actos, estrenada en su ciudad natal; Guaviramí, cuadros campesinos, en tres actos, en castellano y en guaraní; Teatro de Aficionados, pieza. cómica, en tres actos; Apayuái, cuadros campesinos, en guaraní; Anichevéne che vyro, cuatro cuadros de ambiente campesino; y Chifladuras del día, sainete en dos actos, escritos en colaboración con Juan Bernardo Otaño (h.).

Todas estas piezas fueron llevadas a la escena, por elencos improvisados, en la ciudad de Concepción.



FRANCISCO MARTÍN BARRIOS pertenecía a una familia de músicos, poetas y profesores. Son de su sangre Héctor y Virgilio Barrios, poeta y profesor, el primero; prosador, político y catedrático el segundo; y Agustín Barrios, mago de la guitarra. Nació, Francisco M. Barrios, en San Juan Bautista de las Misiones, en 1893. Cursó estudios en el Colegio Nacional de la Asunción. Cultivó la prosa y el verso. Acompañó a su hermano Agustín en su peregrinaje de arte a través de Europa y América. Durante muchos años vivió en el Brasil. Cultivó la lengua vernácula con apasionado cariño. Escribió versos de hondo lirismo, en guaraní y en castellano, y compuso dos dramas para el teatro: La Chispa robada y Mariscal López, llevados a la escena por compañías paraguayas de aficionados, en las que el mismo Barrios actuaba como director y principal personaje. Falleció en la Asunción, en 1938.



Cuando LUIS RUFFINELLI, en 1924, asomóse al escenario teatral, ya no era un desconocido intelectual. Sus incursiones exitosas en el campo de la oratoria habíanle consagrado como a uno de los más brillantes jóvenes tribunos. De voz llena, armoniosa y resonante; de palabra fácil, lírica e inspirada; de ademanes medidos y elegantes, su presencia en las asambleas populares era saludada siempre con expresiones de acogedora simpatía. Desde las aulas del Colegio Nacional de Villarrica, su ciudad natal, hasta su ascensión a la presidencia del Centro Estudiantes de Derecho; desde la tribuna de la plaza pública hasta el pupitre del Tribunal de Jurados y la banca parlamentaria, se tendían los trofeos de sus incursiones a las cimas de la palabra hablada. También desde aquellos tiempos eran conocidos sus versos de hondo sabor lírico.

En la noche del 14 de octubre de 1924 estrenóse en el Teatro Granados, en la Asunción, Sorprendidos y Desconocidos, primera comedia debida a la sensibilidad artística de Luis Rufinelli. Fue puesta en escena por la Compañía de Roberto Rabelli. Se trataba de una obra de carácter moral y psicológico, cuyo tema central se desarrolla en la intimidad de la vida conyugal.

La crítica seria acogió la obra del entonces novel comediógrafo con expresiones elogiosas. No es un éxito ocasional, decía, sino un triunfo positivo. Casi dos años después, en la noche del 28 de setiembre de 1926, la compañía dirigida por el poeta Francisco Villaespesa llevó a las tablas, por primera vez, el drama en tres actos y en prosa, Victoria. Era la segunda obra de Ruffinelli.

El prestigio conquistado, ya entonces, por el autor, la calidad de la compañía encargada del estreno de Victoria y la jerarquía intelectual y artística de Francisco Villaespesa, quien en su carácter de director de aquélla acogió la obra del escritor paraguayo, fueron suficiente motivo para que el público llenase, anhelante, el amplio salón del Teatro Granados.

Victoria obtuvo el éxito esperado. A los aplausos de los espectadores debe sumarse el juicio sereno de la crítica. Aquel gran señor peruano que tanto quiso a los paraguayos – Carlos Rey de Castro – dirigió a Luis Ruffinelli una carta consagratoria. "Dueño de una técnica segura y amplia – le expresaba – vuelven a aparecer en Victoria las excelencias que se advierten en su trabajo Sorprendidos y Desconocidos, rapidez y justeza en la exposición, dialogación adecuada y breve, ausencia de monólogos prolongados y lirismos fatigadores, entradas y salidas oportunas, vis cómica bien empleada".

La compañía de Villaespesa llevó consigo Victoria y la presentó en escenarios extranjeros. Es el primer caso ocurrido con un trabajo de autor paraguayo.

La tercera obra de Luis Ruffinelli es una pieza satírica. Se intitula La conciencia jurídica del barrio. Fue escrita con motivo de las palabras pronunciadas por el entonces canciller, Justo Pastor Benítez, ante la VII Conferencia Panamericana, reunida en Montevideo, en el mes de diciembre de 1933. Se la estrenó en el Teatro Nacional, en la noche del 2 de agosto de 1934.

La última pieza llevada a las tablas por Ruffinelli se halla escrita en prosa y en guaraní. Su título, que traducido al castellano significa Cuando la guerra, es Guariniro.

Josefiria Plá, crítica de teatro, ha escrito al respecto este comentario: "Por Guariniro tiene Luis Ruffinelli conquistado puesto principal en el repertorio escénico vernáculo. Guariniro, fue escrito en instantes en que el dilema – artificial dilema – de ¿teatro castellano o teatro guaraní? apasionaba a la opinión y hacía secretar tantas bilis como tinta a los mantenedores exclusivistas. Luis Ruffinelli en Guariniro, como Centurión Miranda en Tuyú, se propuso dar la prueba de que es posible escribir, en guaraní, una obra cuyos valores resistan, literariamente, la traslación al castellano. Propósito logrado en efecto".

Luis Ruffinelli nació, en 1889, en Villarrica. Cursó estudios en la misma ciudad y en el Colegio Nacional de la Asunción y fue alumno de la Facultad de Derecho. Actuó, en la vida política, en el grupo principista del liberalismo. Ocupó, entonces, una banca en la Cámara de Diputados. Posteriormente, durante la presidencia provisional del coronel Rafael Franco, fue director de El Diario, y se le designó ministro plenipotenciario del Paraguay ante el gobierno de Bolivia, cargo que no llegó a desempeñar a causa de los sucesos políticos del 13 de agosto de 1937.



ROQUE CENTURION MIRANDA es de Carapeguá. Nació en el año 1900. Cursó estudios en el Colegio Nacional de la Asunción. En 1926 estuvo en Francia y España para perfeccionarse en el arte teatral al qué le llamaba su vocación. Es uno de los verdaderos creadores del teatro paraguayo. Abnegado y batallador, su vida es una dación perenne al ideal en que descansa su fe jesucristiana.

Comenzó trabajando como actor. Afanóse después en la formación de elencos teatrales. Representando las figuras de los protagonistas, llevó a escena obras extranjeras y algunas paraguayas. En 1926 escribió Cupido sudando, comedia en tres actos. Fue su primera obra. La estrenó su elenco, mereciendo palabras de aplauso y estímulo. Más tarde, en 1932, en colaboración con Josefina Plá, escribió Episodios chaqueños, del que ya hemos hablado. Y después Tuyú, en guaraní, drama en tres actos, considerado por la crítica como la piedra angular del teatro vernáculo, y llevada a escena, con éxito, en 1933. Tuyú fue vertido al castellano por Juan José Pérez Camino. El drama trasunta la sordidez y el egoísmo de la retaguardia, mientras en las trincheras chaqueñas se derramaba la sangre juvenil sin regateos.

Alternando las funciones de actor y autor llegó, así, a 1942, año en que, en colaboración con Josefina Plá, escribió las obras citadas y comentadas con antelación, que le ganaron no solamente los premios instituidos para el concurso del Ateneo Paraguayo, sino la posición prestigiosa conquistada por imperio del talento y la voluntad.

Roque Centurión Miranda tiene, además, inéditas, La vida comienza mañana, en colaboración, comedia en tres actos, en prosa, y Ñandutí, revista en seis cuadros, en castellano, con música de José Asunción Flores.



JULIO CORREA es el artista del pueblo. Poeta, autor y actor teatral, débesele, por encima de todo otro mérito, la formación definitiva del teatro guaraní. Nacido en la Asunción, en 1890, en un hogar acaudalado y de elevada posición social, lleva en sus venas la sangre de un valiente polaco, muerto sobre las trincheras de Curupayty, en defensa del Paraguay: el coronel Leopoldo Luis Myskowsky, su abuelo materno.

Huérfano desde la adolescencia y perdida la fortuna familiar, Julio Correa vióse obligado a conquistar posiciones en la vida como el guerrero en el combate. Estudiante y empleado, alternaba ambas actividades con algunas andanzas de bohemia, propias de la edad de los ensueños y de los líricos cantos a la amada inefable. Inspector municipal, escribía versos al dorso de los recibos burocráticos, como al acaso, obligado por la inspiración que rumoreaba en su espíritu.

Pero es mejor escuchar a un compañero de Julio Correa en el relato de su biografía de escritor. Es Herib Campos Cervera quien nos habla: "Julio Correa es un hombre cuyas facciones parecen hechas como al apuro y a cuchilladas: irregular, disimétrico y hasta feo. Unos ojos vivaces y llenos de dulzura le alumbran la cara como un relámpago de bondad que en la escena se transfigura hasta provocar lágrimas o rugidos en el público.

"En 1931, era todavía un plácido poeta lugareño que alternaba tímidamente su labor burocrática con la tarea improductiva de escribir versos. A veces el que escribe esta semblanza suya, lo encontraba atiborrando de octosílabos el dorso de sus papeletas de multas: él, inspector de pesas y medidas, no podía a veces, hacer cumplir las ordenanzas, porque el contraventor se negaba a reconocer como válidas las boletas con reversos literarios de Julio Correa.

"Un día le llamó a cumplir su destino el autor que vivía en él. Y nació Sandia Ybîguî. Salió con su obra a buscar a sus amigos: dio con Facundo Recalde, el mayor poeta civil que dio nuestra literatura – después de Ortiz Guerrero – y lo arrastró a un rincón de su casa para leérsela. Recalde la halló magnífica y quiso obligarle a que la representara inmediatamente. Pero Julio, que sufría un atroz complejo de timidez, huyó a Luque. Allí tuvo que ir a buscarlo Recalde y, materialmente, arrastrarlo hasta cierta comisión de damas, que aprobó la representación con fines de beneficencia. La historia deberá conservar los nombres de esas señoras que, por amor a Cristo, hicieron – sin querer – un gran servicio al teatro guaraní. El gran empujón estaba dado. Correa, vencida su timidez, se lanzó ardorosamente a la tarea de representar su obra. Su primer elenco fue ya reclutado entre gente del pueblo: en lo sucesivo, no explotó otra cantera que ésa para formar actores. Obreros, campesinos, hombres de la tierra y del esfuerzo, pusieron su hombro en la tarea y el milagro se produjo. Las primeras representaciones obtuvieron éxitos de tal magnitud que Julio Correa terminó por comprender que se hallaba en presencia de su camino de Damasco. A partir de ese momento, el áspero luchador que hay en él, vence al artista tímido y se echa sobre la espalda el gran fardo: la creación del teatro guaraní. Su fiebre creadora, da vida en apretada sucesión a Guerra Ayá, Terejhó yei frente-pé, Peicha guarante, Ña~e mbaerá i, Pleito riré, Yuacjhúgui reí, Po’á nda ya yocoi, y, finalmente, Yby yara, inédita aún, y otras dos en castellano. Total, once obras en menos de siete años; un esfuerzo que nadie hasta hoy ha realizado en el Paraguay.

"Naturalmente todas estas obras fueron estrenándose a medida que se fueron haciendo. De allí la batalla en dos frentes que tuvo que sostener – y aún sigue sosteniendo – Correa. ¿De qué podría servir que se escribiera dramas y comedias si la tragedia estaba en la falta de elemento humano que llevara los fantoches a la escena?

"Correa no se amilanó ante la magnitud de tal dificultad. Se transformó él mismo en la cabeza del grupo escénico y salió a recorrer los campos y suburbios en busca de artistas para su teatro.

"Y los encontró: él afirma que no tuvo dificultades de ninguna especie; que en el campo y en la ciudad había, preparados, magníficos artistas. La primera colaboración – la más valiosa por el fervor y compañerismo que puso en su trabajo – fue la que le ofreció su propia esposa, Georgina Correa, y luego su sobrino Enrique Correa.

"Aparece más tarde una damita joven de paraguaya belleza y sugestivo talento: Mirna Veneroso.

"Surge en escena el arte increíblemente exacto y realista del joven actor Ernesto Báez. Hay detalles conmovedores en la historia de la formación de los primeros elencos de aficionados. Un día se presentó ante Julio Correa un hombre de físico avejentado, un campesino curtido por todos los vientos y castigado por el estigma solar. Ha dejado el arado y la tierra y el vicio y el hogar, acudiendo al llamado irresistible de una vocación que se le pasea por la sangre.

"Quiere ser actor; representar los ásperos dramas de celos, despojos y luchas que escribe Julio Correa, tal vez porque lo ha vivido con la fiera intensidad de un hijo de la tierra. Se presenta un día ante el asombro de Correa y parca pero resueltamente dice en guaraní: "Me llamo Gustavo Alvizo y quiero ser artista de su conjunto".

"Y se queda para siempre. De tarde en tarde, regresa a fecundar con su esfuerzo el terrón de tierra que cultiva, pero vuelve siempre, con una fidelidad perruna, cada vez más hondamente metido en la vida de sus personajes. Un día estábamos observando un ensayo cuando vimos llegar un albañil.

"Dejó sus tachos en la puerta y se acercó al ruedo. Se llamaba Luis Martínez y tenía aún sucias de cal las manos y la azul blusa proletaria. No pidió mayores explicaciones: se incorporó al grupo, tomó su papel, lo leyó pausadamente, y al cabo de media hora "se mandaba la parte" con la soltura de un veterano.

"Al día siguiente volvió a la misma hora y repitió la hazaña. Resultó luego un actor de excepcionales condiciones que hasta ahora alterna la cuchara con la escena.

"Apareció el gran actor cómico Ramón Amarilla, cuya sola presencia en el escenario desataba tempestades de risas que llegaban hasta el hipo, y a su lado comenzaron a brillar en el Hollywood guaraní Zulema Cazal y Pastora Coronel. Y para completar la lista, otro capricho del destino: la apuntadora. Correa que no pudo conseguir un apuntador, en cambio, conquistó una apuntadora inteligente el día en que Brígida Pérez se metió en la casilla de traspunte para apuntalar la flaca memoria de los actores, a fuerza de pequeños empujones de palabras.

"Un día, un soldado que observaba y escuchaba con toda curiosidad desde una platea próxima las palabras y gestos de la apuntadora metida en su casilla, provocó un estallido universal de carcajadas al decir – en voz alta – a otros soldados que lo acompañaban: "Pe cuñá pea la i valéva: jhaé jheíva nte nicó jehí umi otro cuéra. (Esa mujer es la que vale; lo que ella dice es lo que repiten los otros).

"Hoy Julio Correa es un clásico de nuestro teatro: ha abierto la brecha valerosamente. Otros comienzan a seguir sus huellas, aunque "ninguno calza mayor coturno que el suyo". Centurión Miranda, inteligente y abnegado escritor y fino actor dramático, ha dado Tuyú; Luis Ruffinelli, Guariniro. Otros jóvenes comienzan a despuntar su talento en ensayos endebles, pero llenos de promesas. Aún Correa sigue siendo el gran creador de imágenes de nuestro medio social y de nuestros problemas: dramas de la miseria; de la tierra; de la sangre y de los celos. Asperas tragedias que cada día vive nuestro pueblo, mientras busca, dando manotones en la sombra, el camino de la libertad. Nuestro pueblo interpreta así a Correa: como espejo de sus esperanzas más indeclinables; como un intérprete de sus dolores más hondos y de sus alegrías más profundas: de otro modo no se explica la especie de idolatría que inspira su figura cuando está en la escena, en medio de sus otros engendros.

"Porque Correa no se ha conformado con crear personajes; también los encarna gozando o muriendo las embriagueces y las caídas morales de sus entes humanísimos. La estampa transfigurada de Julio, toma todos los matices que tiene la pasión, todos los furores del odio, todas las bondades de la compasión; su voz tiembla o impreca, ruge o llora, ajustándose a la exacta medida del sentimiento que se viste con el ropaje del arte para sobrevivir.

"Cuando Correa y su gente trabaja se nota que el contacto emocional es permanente, que hay una comunicación viviente – tal como lo quería Tolstoy que fuera todo arte humanamente social – entre el público que mira y oye y los actores que trabajan. Por momentos la multitud ruge y apoya o desaprueba, en voz alta, lo que se dice en la escena, Visiblemente se advierte que no es una intromisión impertinente del espectador sino un irresistible deseo de dar más fuerza a la acción representada; una fuerza elemental que irrumpe – ciega y sorda –, subrayando enérgicamente las expresiones que nombran sus deseos, esperanzas u odios. A medida que el drama desarrolla su acción, va desapareciendo todo ese límite convencional que separa al espectador del espectáculo, volviéndose todo el conjunto de una integración organizada de elementos humanos que viven un problema.

"Es tal vez este fenómeno, análogo al proceso de compenetración inefable que se producía entre las masas religiosas de la Edad Media cuando asistían a un acto de fe y terminaban colaborando en el espectáculo en algunas de las escenas más tumultuosas. Es plenamente lo que se llama un teatro de masas.

"Para un observador atento a las reacciones del público llega un momento en que resulta imposible seguir a Correa, porque es absorbido enérgicamente por la singular actuación de un personaje de mil cabezas que no figura en la obra: el público. Relataré algunas anécdotas que ilustran estas observaciones.

"Terminada la, guerra, los ex combatientes regresaron del Chaco y durante unas semanas estuvieron metidos en los cuarteles, en espera del desfile de la victoria. Comenzó a cundir entre ellos un espíritu de áspera impaciencia. Los campesinos querían volver a su gleba cuanto antes y los demás querían gozar de los derechos de la victoria, por lo menos en forma de un largo asueto.

"En esa coyuntura hubo alguien que vio en Correa al hombre necesario. Fue el coronel Félix Cabrera, uno de los eficientes, abnegados y modestos obreros de la victoria. Su profundo conocimiento de la psicología nacional le hizo comprender que Correa era la solución del problema. Lo llamó, le entregó dos camiones militares y lo introdujo en los cuarteles. Los soldados – su mejor más entusiasta público – rodearon su tosco tablado y bajo la tienda hecha con ponchos y mantas, Correa emocionaba a su auditorio noche a noche. Los soldados hasta intervenían en la representación: cuando había que detener a algún asesino en el tablado, saltaban sobre él ocho o diez soldados y lo reducían a la impotencia en un santiamén.

"Un día el camión comenzó a marchar por los caminos de Dios: se iba hacia el pueblo campesino a darle su pan espiritual. Y al terminar sus representaciones, al romper la marcha hacia más lejos, los campesinos rodeaban a Correa preguntándole si "era cierto lo que habían visto en su teatro", porque si es así – decían – es necesario ir a castigar a esos canallas que hacen tanto daño a los pobres". Dentro de su simplismo, nuestra gente comprende y vive a Correa, porque Correa los comprende a ellos y vive sus vidas y sus problemas. Ese es el secreto de su arte perdurable.

"Correa ha terminado por imponerse: es querido por su público, respetado por los intelectuales de la joven generación, que han visto en él al auténtico "pioneer" de un vasto movimiento de creación teatral. Ha dado al idioma el uso a que estaba destinado, haciendo de él, el vehículo de una noble realización de arte. Se le admira por su tenacidad sin ejemplo; tenacidad que lo ha llevado a despreciar los obstáculos y a vencerlos en cualquier forma, a veces con ingenio peregrino. Un día, el viento volteó la especie de carpa que le servía de escenario. Correa dio una vuelta por el pueblo y encontró un horno quemador de ladrillos, abandonado por sus dueños. Trasladó allí su "troupe" y ofreció su espectáculo metido dentro del horno. Su público, que lo sigue a todas partes, quedó al fresco, soportando estoicamente las inclemencias del tiempo. Otra vez se quedó sin el telón de boca. Correa colocó una lámpara en la entrada del escenario, y cuando terminó el espectáculo, apagó la luz, notificando así a su público que la fiesta había terminado.

"Otra vez necesitó una escopeta y un cuchillo. Se corrió la voz por el pueblo y al cabo de media hora tenía delante de su tienda un arsenal terrorífico: sesenta escopetas y cerca de cien cuchillos.

"Él mismo ha pintado sus telones, fabricado sus pelucas con fibras de coco, mientras su mujer ha vestido a su elenco, ha dado educación artística a más de cincuenta jóvenes, que se han largado a trabajar por su cuenta, empujados por el signo de la vocación. Sin embargo, la ingratitud de sus "pollos", le ha producido más desazón que las dificultades de público o escena. Un día, su elenco se reunió, discutió con él algunas cuestiones económicas y decidió marcharse. Correa peleó cuanto pudo con ellos pero al final, se vio superado. No dijo nada, entró en un café y escribió unos versos, Cosas de títeres, y regresó con ellos a vengarse de sus verdugos. Los reunió para despedirlos diciéndoles: "Como no puedo darles más dinero y la gloria la tienen más que yo, les diré mi adiós con este pequeño poema que he escrito para vosotros". Pausadamente, con su voz dulce de hombre bueno, lo leyó. Cuando terminó, los ojos de todos sus artistas estaban rojos de lágrimas. Y nadie se marchó.

"Ése es Julio Correa". (30)

Las últimas obras teatrales de Correa son Caraí Eulogio, estrenada en el Teatro Municipal, en 1944, y Honorio Causa, llevada a escena en el mismo coliseo en 1945.

Julio Correa ha publicado un tomo de versos, Cuerpo y alma. La crítica lo ha recibido bien. Se ha revelado en él un poeta lírico de estro delicado. Cuando pulsa el sentimiento generoso y noble es que su canto llega, en su sinceridad, a estremecer a lector, y obliga, muchas veces, a meditar. También Julio Correa ha cultivado el cuento. Entre los trabajos de esta índole sobresale Nicolasita del Espíritu Santo.

He aquí:

COSAS DE TÍTERES



Hizo el titiritero como veinte fantoches.

Durante muchas noches,

frente al pobre establo,

al Príncipe, a la Reina y al Arlequín y al Diablo,

hechos de la madera encontrada al azar,

la humilde y buena gente aplaudió sin cesar.



Dijeron en la aldea,

de los títeres: – Todos, buenos artistas son;

y el titiritero, también con esa idea,

sintió que le bailaba gozoso el corazón.

Fue a besar a sus títeres y se durmió tranquilo

en una dulce calma,

amarrados los hilos

de los fantoches a su alma.



Y despertó el titiritero de un sueño de paz

y oyó que le gritaban los títeres en coro:

Nosotros somos hombres, sí, señor, y además

el ser artista es un desdoro,

señor titiritero: pase Ud. buenas noches –

y rompiendo los hilos se fueron los fantoches.



Desierto está el retablo.

El Príncipe, la Reina y el Arlequín y el Diablo,

el Rey con su corona,

brillante de oro falso

y aquel polichinela que con sus carantoñas hiciera reír tanto,

se marcharon. Con llanto

clama el titiritero: ¡Es un cadalso

este retablo mío;

yo siento que te matan ¡ay! corazón, de frío,

de un frío que te parte

en pedazos de lágrimas, en pedazos de muerte!

¡Oh, fantoches malditos, os robásteis la suerte

de poder ser artistas, de poder hacer arte!

¡Oh, fantoches, fantoches,

fantoches maldecidos,

perdéos en las noches

de todos los anónimos, de todas los olvidos!



Os hice de tarugos,

puse en vosotros todos mis afames prolijos,

y fuisteis mis verdugos,

y hasta me abandonasteis... ¡lo mismo que unos hijos!



XLIII

LA GENERACIÓN INTELECTUAL DE 1923

No sumaban medio centenar los escritores y artistas integrantes del grupo juvenil que, en el año 1923, en la Asunción, irrumpieron en el periodismo. El Diario acogió con entusiasmo a los principiantes. Sus columnas fueron abiertas a los que se iniciaban. Eran de esa casa, en aquel auspicioso tiempo, Justo Pastor Benítez, Pablo M. Insfrán y Facundo Recalde. El Liberal publicaba también, en sus números de los sábados, versos, cuentos y leyendas de poetas y prosadores jóvenes. En ambas casas cobijaron, así, sus primeros ensueños José Concepción Ortiz, Vicente A. Lamas, Carlos Zubizarreta, Manuel Campaya, José Antonio Pérez Echeguren, Miguel Pecci y tantos más.

Dentro de este marco, trazado al azar, sin pretensiones, evoquemos ahora a cada uno de los que constituyeron y siguen integrando la generación intelectual de 1923.



IDA TALAVERA DE FRACCHIA apareció como una alondra. Sus primeras poesías se publicaron en El Diario. Tiene una admirable facilidad para el verso. Su inspiración es caudalosa y noble. La colección de sus estrofas puede hacer varios volúmenes; pero no ha editado aún el libro esperado.

Ida Talavera de Fracchia tiene sentimiento delicado y tensa voluntad, cualidades que le permiten mirar la vida con el optimismo de los triunfadores. Autodidacta por imperio del destino, estudia y escribe con apasionada dedicación. Su nombre ha cruzado ya las fronteras del terruño, en alas de sus cantares. Es oriunda de Santísima Trinidad.

Es de su pluma:

A DESPECHO DE TODO



Me burlo de mi burda

miserable materia,

de mis pies engrillados:

para mí no hay distancias,

ni camino inhollado...

En mi barca de ensueño

desde niña he viajado.

Tengo alas, son fuertes,

transparentes y blancas.

No me abaten tormentas

m negros huracanes...

¡Ya nada me amedrenta!



Mi espíritu incansable,

errabundo viajero,

ya conoce de todos

los puertos de la vida.

Sabe de lo inefable,

de lo grande y sublime;

ha, apoyado sus sienes

sobre rocas aisladas...

Y en la playa desierta

de los mares brumosos

ha encallado su barca

para soñar a solas.

Y con besos extraños

de dulzura indecible,

lo han besado las olas.



En las noches de estrellas

ha jugado a escondite

con las nubes viajeras.

Es amigo de todas

las aves de la tierra.

El espacio infinito

ha cruzado mil veces

con las alas tendidas,

desplegadas al viento.

Y los astros besaron

Sus pupilas absortas.

Me burlo del éxtasis

horrible de mi vida,

y a despecho de todo,

de lo triste y obscuro,

de todo lo perverso

que germina en el mundo,

me dibujo en mis versos

y me pierdo cantando

en el éter sonoro

como el eco lejano,

sutilísimo y vago,

de campanas de oro...



RIGOBERTO FONTAO MEZA nació en San Pedro del Paraná, en 1900. Animado de inquietud artística y dueño de una voluntad tensa, suplió su falta de cultura general con el afán encomiable de superarse solo.

La poesía romántica, con influencias de sus más afamados representantes, lo tuvo como uno de sus cultores. Diarios y revistas, de aparición esporádica, que proliferaron por los años 1925 y 1930, publicaban frecuentemente sus trabajos.

Fue un bohemio de la última época de las serenatas. Su presencia en estas manifestaciones era, en aquel tiempo, tan indispensable como cualquiera de los instrumentos musicales.

Tiene Fontao Meza dos aspectos casi desconocidos: el de autor teatral y el de novelista. Acuciado por el espíritu de renovación que se agitaba en su época, presentó en la sala de la Sociedad Italiana, en 1928, un drama de contenido social y humano, en dos actos, titulado Naufragio. Durante la guerra del Chaco editó su libro Infierno y Gloria, afanoso de expresar en sus páginas el horror de la guerra y el sentido de liberación que presentía para nuestro país.

Numerosas poesías de Fontao Meza fueron puestas en música. En 1927 animó la realización de espectáculos teatrales, por cuenta propia. Fueron sus compañeros, en aquella época, Darío Gómez Serrato, Gervasio Recalde Céspedes, Francisco Rivarola y otros. Sin mayores pretensiones, desarrolló sus actividades en los barrios suburbanos, pero sin éxito. Son sus obras de aquel tiempo Mina Verde, drama; Oye castiga-y-va, comedia de honda enseñanza moral; Donde manda el oro, comedia; Pytaguá che retáme, un drama de la vida marítima que quedó inconcluso en los comienzos del tercer acto. Entre sus poesías, las más populares son Arriveño Resay, El Arriero, Mutilado de la Guerra, Maerápa Reicuaásé y muchas otras hasta hoy inéditas.

También ha publicado un libro bajo el título de Hojas Mustias. Contiene composiciones en prosa.

Rigoberto Fontao Meza falleció en la Asunción, en 1936.



MARCOS AUGUSTO MORÍNIGO dedícase a la docencia y a los estudios lingüísticos. Ha publicado, en Buenos Aires, Hispanismos en el Guaraní y El Guaraní en la Toponimia Americana. Ha colaborado, además, en diarios y revistas de Tucumán, Buenos Aires, La Plata, Asunción y Montevideo. Dictó cátedra en la Universidad de Tucumán y en otras instituciones educacionales de la Argentina.

Marcos A. Morínigo nació en la Asunción, en 1904. Cursó estudios en el "Colegio Monseñor Lasagna" y en el Colegio Nacional de dicha ciudad. Su título académico de doctor en filosofía y letras lo obtuvo en universidades argentinas. Es, actualmente, catedrático en institutos de cultura superior en Los Angeles, California, donde ha probado su extraordinaria versación en la lingüística autóctona y en la filología.



GUSTAVO GONZÁLEZ, médico y catedrático, es un espíritu de selección. Cultura densa, visión artística, criterio reposado, serenidad anímica, voluntad puesta al servicio del bien, dicción castiza y elegante, caracterizan su personalidad. Nacido en la Asunción, en 1898, cursó estudios en el Colegio Nacional de la capital paraguaya. En la Universidad de Buenos Aires obtuvo el grado académico de doctor en medicina y cirugía. En la Facultad de Medicina de la Asunción dicta cátedra de semiología médica. Es colaborador de la Revista de Ciencias Médicas, de los Anales de la Facultad de Medicina, de la Revista del Ateneo Paraguayo, de la Revista de la Sanidad Militar y de otros periódicos en los cuales ha publicado numerosos trabajos referentes a temas diversos. Entre éstos son valiosos los que se relacionan con las observaciones que le cupo realizar durante la guerra del Chaco y sobre el mismo terreno en que se desarrolló la gran tragedia.

Ha ocupado en repetidas oportunidades la tribuna de conferencias del Ateneo Paraguayo. Tiene un libro inédito, Entre los guaraníes de Picuiba, Ñambirenda e Yrendagüe.



DORA GOMEZ BUENO DE ACUÑA ha publicado dos libros de versos: Flor de Caña y Barro Celeste.

El primero, premiado por el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública del Paraguay, apareció en el año 1940. Constituye un ramillete de poesías líricas. Al ocuparse de este libro dice Viriato Díaz Pérez: "Las presentes páginas del íntimo idearop en que Dora Gómez Bueno de Acuña ha cifrado, bajo el título de Flor de Caña parte de su obra poética, no aparece como un nuevo escarceo literario, ni son cantos inconexos salvados en el volumen, de la vida efímera de la prensa. Antes bien, su autora que conoce desde hace tiempo los halagos de la crítica, dentro y fuera, del país, ha querido corresponder a ellos con esta ofrenda – en la que hay unidad y contenido espiritual – y que es obra de escritora.

"Dora Gómez Bueno de Acuña, poetisa, estudiosa, animadora de cenáculos – y alma de ellos en ocasiones – es una consagrada a su obra, que es la del arte, con el amor puro e iluminante que arranca del espíritu idealista, y es así como su labor añade a los méritos propios, personales, el universal y eterno de las bellas cosas románticas".

"Finalmente – agrega – no podía faltar en una poetisa paraguaya que conoció la zozobra y la angustia de la guerra, la voz del lamento elegíaco, de la protesta, de la compasión ante el dolor en la lucha brutal, la guerra; maldición de la especie humana que desde los días de la Ilíada hasta los siniestros actuales, entenebrecen la vida.

"La balada de la cruz, La canción del cañonero, Alas rotas, Son crueles los hombres, aparecen como tributo de la poetisa, ante la enconada contienda del Chaco. Y todo ello, en suma, forma el delicado presente, merced al cual Dora Gómez Bueno, se adentra firmemente en la historia de las letras nacionales, en las manos su noble mensaje y en el corazón sus elevados ideales".

Barro Celeste es de más reciente data. Fue editado en 1943, y, como el primero, es un manojo lírico. Es de menor formato que Flor de Caña, pero su contenido es más densamente espiritual, más sentimental. Vese en él que la vida ha castigado ya a la poetisa con sus siete puñales. Pero en el dolor ha templado su fe en nobles ideales de superación, y como la alondra cegada por el alfiler de oro, acongojada el alma, sangrante el corazón, inunda el espacio infinito con la armonía de sus arpegios.

Otro libro nos anuncia Dora Gómez Bueno de Acuña. Llamaráse Luz en el Abismo, y también será, como los anteriores, un florilegio lírico.

Dora Gómez Bueno de Acuña es oriunda de Luque. Educóse en la Escuela Normal de la Asunción, donde obtuvo diploma de maestra.

Ha colaborado profusamente en revistas y diarios del Paraguay y del extranjero y ha dirigido audiciones radiales de carácter literario. Entre sus trabajos cuéntase algunas traducciones al guaraní. Es de su inspiración:

BALADA DE LA FLOR DE CAÑA



¡Fiesta de todo mi ser;

la voz alegre del agua

susurró al amanecer!

No fue una lluvia del cielo

la que vino esta mañana

a refrescar mi garganta,

fue una lluvia de corolas,

lluvia de corolas blancas,

de musgosos terciopelos

y tallos plenos de savia.



Varas de la Flor de Caña,

hojas de la Flor de Caña,

flores de la Flor de Caña,

tienen fragancia de agua.

Yo no sé,

si en otra parte del mundo

el cristal de las fontanas

canta con la Flor de Caña;

nunca salí de mi tierra

de arroyuelos cantarinos,

de sombrosos naranjales

y fragantes azahares.



¡Flor de Caña, Flor de Caña,

te recibí entre mis brazos

como al amado esperado;

hundí mi rostro en la fresca

suavidad de tus corolas;

y con los ojos cerrados

bebí tu aliento de agua!



¡Oh, perfume evocador

voz muda de la fragancia,

hablas con labios sellados

y llegas más hasta el alma...!



También deben ser citados JUAN BAUTISTA RIVAROLA, asunceno, autor de interesantes trabajos, entre los cuales figura Aspectos de la cultura y de la economía brasileña, Asunción, 1940; y DIONISIO GONZÁLEZ TORRES, médico, autor de importantes trabajos sobre su especialidad profesional.



NOTAS



XXXIX. – El estudio de la lengua guaraní

25- La lengua guaraní como documento histórico, 1920.

26- En el sitio indicado hubo antiguamente una casita de zinc, en cuya ventana cantaba un zorzal enjaulado (esquina de Paraguarí y 25 de Mayo). – N. del A.

27- DARÍO GÓMEZ SERRATO, Emiliano R. Fernández.

XLI. – El Teatro durante el período autonómico

29- V. revista Noticias, .Asunción, 1942.

30- Julio Correa, creador del teatro guaraní, revista Asunción, Nº 4, Buenos Aires, 1941.

XLIII. – La generación intelectual de 1923

32- CARLOS R. CENTURIÓN, La generación intelectnal de 1923.

33- Existe una anotación hecha en la Iglesia de Loreto en que aparece como nacido en dicho pueblo en 1905; pero no expresa la verdad, según nos ha afirmado el propio Juan B. Otaño (h.)

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