martes, 11 de octubre de 2011
12 DE OCTUBRE: LA INACABABLE TRAGEDIA INDÍGENA Y UNA CONSTITUCIÓN MENTIROSA
12 DE OCTUBRE: LA INACABABLE TRAGEDIA INDÍGENA Y UNA CONSTITUCIÓN MENTIROSA
Por David Galeano Olivera ( * )
Leer original (hacer clic) en: http://cafehistoria.ning.com/profiles/blogs/la-inacabable-tragedia
Leer también en: http://dgaleanolivera.wordpress.com/12-de-octubre-la-inacabable-tragedia-indigena-y-una-constitucion-mentirosa/
1. Introducción
Según el último Censo Indígena en Paraguay sobreviven casi 100.000 nativos, lo que equivale aproximadamente al 1,4 % de la población total del país, ya que el Paraguay actualmente tiene casi seis millones de habitantes. Los 80.000 mencionados pertenecen a su vez a 17 Etnias o Parcialidades Indígenas, entre ellas las que pertenecen a la Familia Lingüística Guarani. Lastimosamente, al cuantificar el número de miembros por cada Parcialidad, las cifras se hacen cada vez más reducidas. Así, los Mbya Guarani, los Pâi Tavyterâ, los Ava Guarani y los Nivacle, por ejemplo, son los más numerosos. Cada una de dichas parcialidades posee cerca de 15.000 habitantes respectivamente. Por su parte, los Ache-Guajaki son cerca de 1.000. Existen otras Etnias que están en la “línea de la muerte”; así, los Guana y los Manjui son apenas 500 personas en total; mientras que los Chamakoko apenas alcanzan las 150 personas.
Tantas excusas tuvo la historia para -cada día- reducirlos más y más. A partir del mentando “descubrimiento de América” -hoy conocido con los nombres “menos ofensivos” de encuentro de dos mundos o día del respeto a la diversidad cultural- cualquier pretexto sirvió para aniquilar a los hermanos Indígenas. Primero se dijo que eran salvajes, bárbaros o animales monteses y bajo esa denominación fueron cazados de manera inmisericorde. Luego la excusa fue la Colonia y la presencia de los Misioneros (Jesuitas, Franciscanos, Dominicos, Mercedarios, etc), quienes a “sangre y fuego”, y en nombre de Dios y del Rey, mataron a millones y, por otra parte, redujeron a unos cuantos salvajes a la condición de mansos cristianos; es más, en algún momento de la vida colonial fue uno de los reyes de España quien otorgó alma a esa punta de salvajes; por consiguiente, por obra y gracia de aquel rey los indígenas se tornaron gente, ergo seres humanos. No perdamos de vista que miles de mujeres indígenas “se prestaron” forzadamente para saciar los bajos instintos del “héroe conquistador”. En aquel tiempo, los indígenas que consiguieron sobrevivir, se convirtieron en parias o esclavos y miles de ellos fueron torturados, humillados y vendidos al mejor postor para que sirvieran como bestias de carga. Los Indígenas fueron sometidos a las más degradantes e inhumanas formas de trato.
Modernamente la excusa se denomina globalización; también puede denominarse industrialización o desarrollo agroindustrial. Precisamente, esta última denominación es la que en el Paraguay actual arrasa despiadada e inhumanamente las precarias poblaciones indígenas; despojándolas de sus tierras y montes y contaminando sus cursos de aguas; propiciando el tránsito por el último tramo -ojalá se produzca algún milagro- hacia un inevitable y desenfrenado etnocidio.
Y pensar que hasta antes de la llegada de los españoles... ellos fueron los dueños de los montes, de las plantas, de las brillantes mariposas, de los loros, de los ríos, arroyos y peces. Ellos fueron los dueños de América y en particular, del actual Paraguay. Y lo fueron por varios miles de años. En efecto, las investigaciones arqueológicas realizadas en el sitio de la Represa de Itaipu revelaron la existencia de vestigios de comunidades humanas de 10.000 años de antigüedad. Es decir, 9.500 años antes de la llegada de los conquistadores, en esa zona vivían miles de nativos, con una cultura muy desarrollada. Basta señalar que los restos fósiles encontrados en dicho sitio se hallaban contenidos en urnas funerarias debidamente ornamentadas, tradición que hasta la actualidad practican quienes aún sobreviven en el Paraguay.
Pero hoy, más que nunca, LOS INDÍGENAS ESTÁN EN PELIGRO DE MUERTE. Hoy ya no viven en los montes, ya no tienen tierras. Por eso, forzados por las circunstancias, vinieron a Asunción, Capital del Paraguay; a reclamar parte de lo que les perteneció. Y lo hacen frente al INDI (Instituto Nacional del Indígena), institución que -según la organización del Estado- debía y debe atender sus necesidades, pero que nunca lo hizo, por 50.000 razones que no viene al caso analizar. Los indígenas vienen a manifestar que la Constitución Nacional y las leyes los ampara. Pero a fuerza de ser sinceros, debemos decir que las letras de la Constitución y las leyes, nacieron muertas, son letras muertas. No sirven para calmar la inacabable tragedia Indígena, porque la Constitución Nacional y las leyes son mentirosas.
2. Desarrollo
La Constitución Nacional del Paraguay, la última, promulgada en 1992, es considerada como una de las más modernas y revolucionarias en su género; sin embargo, por ejemplo, en 19 años (1992-2011) de vigencia NO sirvió para reivindicar a las Comunidades Indígenas que viven en el Paraguay. Analicemos como los 5 artículos que refieren a los Nativos constituyen hasta hoy una mera expresión de deseos.
ART. 62. DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y GRUPOS ÉTNICOS
Esta Constitución reconoce la existencia de los pueblos Indígenas, definidos como grupos de cultura anteriores a la formación y organización del Estado Paraguayo.
En referencia a este artículo, cabe decir que este simple reconocimiento que la Constitución hace de los Pueblos Indígenas, es honorífico, es una muestra de lisonjería. No contiene ningún sentimiento, es un reconocimiento vacío. En el fondo, es el signo de la discriminación, de la miseria, de la pobreza o de la desgracia; ya que históricamente la frase Pueblos Indígenas solo significó eso.
ART. 63. DE LA IDENTIDAD ÉTNICA
Queda reconocido y garantizado el derecho de los pueblos Indígenas a preservar y a desarrollar su identidad étnica en el respectivo hábital. Tienen derecho, asimismo, a aplicar libremente sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que la voluntaria sujeción a las normas consuetudinarias para la regulación de la convivencia interna, siempre que ellas no atenten contra los derechos fundamentales establecidos en esta Constitución. En los conflictos juridiccionales se tendrá en cuenta el derecho consuetudinario Indígena.
Respecto de este artículo, conviene señalar que la identidad étnica cada día que pasa -sin tierra, sin educación, sin asistencia estatal- tiende a desaparecer, haciéndose una verdadera utopía. Los nativos al NO tener sus espacios tradicionales tampoco pueden aplicar sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que la voluntaria sujeción a las normas consuetudinarias para la regulación de la convivencia interna.
ART. 64. DE LA PROPIEDAD COMUNITARIA
Los pueblos Indígenas tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas peculiares de vida. El Estado les proveerá gratuitamente de estas tierras, las cuales serán inembargables, indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas; asimismo, estarán exentas de tributo. Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos.
En relación a este artículo, cabe manifestar que en la práctica NO se cumple aquello que dice tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra. Sus tierras hoy pertenecen a poderosos latifundistas paraguayos y extranjeros. Los otrora grandes montes donde ellos convivían, desaparecieron, dando lugar a millones de hectáreas de soja y trigo, regadas periódica y criminalmente con abundante agrotóxicos, que los asfixia y los mata día a día.
ART. 65. DEL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
Se garantiza a los pueblos Indígenas el derecho a participar en la vida económica, social, política y cultural del país, de acuerdo con sus usos consuetudinarios, esta Constitución y las leyes nacionales.
Lo expresado en este artículo también es letra muerta. Jamás, ni el INDI ni otro organismo del Estado, procuró siquiera propiciar la participación de los Pueblos Indígenas en la vida económica, social, política y cultural del país. Ninguno de los proyectos presentados por los Pueblos Indígenas, prosperó. Cuando -por ejemplo- solicitaron desarrollar, ellos mismos, un modelo educativo sustentado en sus lenguas y culturas, el MEC olímpicamente los eludió y jamás atendió esa reivindicación Indígena.
ART. 66. DE LA EDUCACIÓN Y LA ASISTENCIA
El Estado respetará las peculiaridades culturales de los pueblos Indígenas, especialmente en lo relativo a la educación formal. Se atenderá, además, a su defensa contra la regresión demográfica, la depredación de su hábitat, la contaminación ambiental, la explotación económica y la alimentación cultural.
En referencia a lo expresado por este artículo de la Constitución, conviene decir que los nativos NO reciben una educación diferenciada. Ellos nunca pudieron educarse en su propia lengua y cultura pues el MEC los trató y los trata como a cualquiera, por esa “razón” ellos usan los mismos libros (mal hechos y mal impresos) que utilizan todos los demás niños paraguayos, no indígenas. En esos libros no existe mención alguna a su religión tradicional, a su idioma, a sus costumbres, a sus tradiciones, a sus artesanías, a sus héroes. En los libros que ellos leen y “aprenden”, los héroes son los paraguayos o los conquistadores españoles. “Ellos” ni fueron, ni son, ni podrán ser “héroes”, mientras sigan leyendo dichos libros.
ART. 67. DE LA EXONERACIÓN
Los miembros de los Pueblos Indígenas están exonerados de prestar servicios sociales, civiles o militares, así como de las cargas públicas que establezca la ley.
Finalmente, cabe señalar que tampoco se dio cumplimiento debidamente a este mandato Constitucional, ya que hasta hoy son explotados. Por ejemplo, laboralmente reciben una ínfima paga, que las más de las veces NO se materializa en dinero sino en pagos mediante mercadería (sobrefacturadas cuando de ellos se trata). Otra sencilla muestra se da en la época del Rally del Chaco, ante la vista de las autoridades, cuando las mujeres indígenas son abusadas sexualmente a “bajo costo”. Asimismo, cuando “caen” en las “fauces” de los militares y se los obliga a cumplir con el servicio militar obligatorio, son maltratados y golpeados salvajemente durante la duración de dicho servicio. La “formación” militar solo generó en ellos la cultura del miedo y la sumisión.
3. Conclusión
Durante mucho tiempo los Indígenas fueron el centro de atención, una especie de atracción fatal, de varios investigadores de la talla de Guido Boggiani, Kurt Unkel, Moisés Bertoni, Friedrich Mayntzhusen, León Cadogan, Branislava Susnik y más recientemente José Perasso, quienes no escatimaban expresiones de elogio para ponderar las virtudes desconocidas de los Pueblos Indígenas. Estos destacadísimos investigadores ponderaron el profundo conocimiento que los Indígenas tenían de la zoología y botánica; también alabaron su concepción de la comunidad, de la solidaridad y de la igualdad; asimismo, destacaron su casi perfecta organización social, política y económica; igualmente, admiraron su concepción religiosa. Por otra parte, hoy, la Lengua Guarani es -sin lugar a dudas- el más preciado “legado” de los Indígenas Guarani del Paraguay. Estos investigadores lograron escribir miles de páginas de monumentales libros, y dedicaron gran parte de sus vidas a promocionar, con profunda convicción, la milenaria, justa, solidaria, democrática y evolucionante Cultura Indígena no solo paraguaya sino americana.
Sin embargo, los Pueblos Indígenas que habitan actualmente el territorio del Paraguay, sobreviven hoy en miserables e infrahumanas condiciones. Ya no viven en los montes porque ya no hay montes. Al quedar desposeídos de sus territorios y montes ancestrales, ven desaparecer sus tradiciones, sus costumbres, sus usos y sus creencias. La carencia de alimentos y más que eso, el hambre; han contribuido en su paulatino traslado a los cinturones urbanos, a buscar y vivir de las “sobras”, de las migajas y a comer cuando algún asunceno caritativo se lo permiten.
Esta circunstancia -carencia de alimentos- los convirtió en alcohólicos ya que eso les hace pasar la sensación de hambre. Hoy, si no es el alcohol, es la marihuana o la “cola de zapatero”. Estos “recursos alternativos” permiten que niños, jóvenes y adultos Indígenas “se olviden” del hambre, por algún tiempo.
Cada candidato a presidente de la república, a senador, diputado, gobernador o intendente, les prometió -en su momento- el oro y el moro. Sin embargo, cada uno de ellos -una vez electos- escudados en la amnesia del poder, olvidó todas las promesas hechas durante la campaña proselitista.
El futuro se torna cada vez más difícil para los Pueblos Indígenas. Las posibilidades de sobrevivencia se acortan. Cada vez están más pobres, más desnutridos, más enfermos, más abandonados, sin derechos humanos, sin asistencia del Estado, sin Constitución ni leyes que los ampare; en síntesis... sin nada. Lo llamativo es que prácticamente ya nadie se inmuta, perturba o escandaliza ante la miseria Indígena. Dejaron de ser importantes, de hecho, nunca lo fueron. La diversidad de “temas más importantes” o “mediáticos” los sustituyeron. De vez en cuando, algún medio (radio, diario o televisión) los desempolva y los pone en situación de emergencia ante la opinión pública. En ese momento son la atracción de algunos, que aprovechan para hacer beneficencia (donándoles ropas usadas o algún objeto que ya no se usa en la casa).
Esta es la situación real de vida de quienes alguna vez fueron los dueños de América y en particular del Paraguay. Esta es la verdadera historia de LA INACABABLE TRAGEDIA INDÍGENA.
Una vez más, el ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI denuncia la situación infrahumana en que sobreviven las comunidades indígenas del Paraguay; y sobre todo, denunciamos la inacción del Gobierno Paraguayo, particularmente del INDI, institución supuestamente creada para precautelar y promocionar a las naciones indígenas que hoy viven en el Paraguay. Nosotros también nos unimos a las justas reivindicaciones de los hermanos indígenas del Paraguay; solicitando trato digno y justo para ellos, respeto a su identidad; lo mismo que, reivindicamos tierra, pan, educación y salud para ellos.
(*) Presidente (Director General) del ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI. Doctor en Lengua y Cultura Guarani. Docente universitario. Escritor bilingüe. Traductor público. E-mail: davidgaleanoolivera@gmail.com
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